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No es la economía, Stupid
Por Seba Pei- FSN- San Luis- 28/04/2025
“Felices Pascuas, la casa está en orden”,
Raúl Alfonsín.
“Hagan lío”,
Papa Francisco.
“Quemémoslo todo”,
D’Argelos.
Con una coyuntura marcada por una de las peores semanas en términos económicos y políticos del gobierno de Milei y en el –supuesto- tramo final y pre-electoral del “dólar barato” para evitar el aumento de la inflación, el gobierno de Milei parecía revertir el buen final del primer año de su gobierno. La disminución en la exposición pública previa al acuerdo con el FMI y su reaparición exultante, con foto de festejo incluida, muestran este cambio entre un momento y el otro.
La estrategia del dólar barato está mostrando su agotamiento luego de varios intentos de acumular reservas no sólo para cumplir las metas pautadas con el FMI sino también para mantener a raya a la inflación y hacer converger el índice de inflación con el de la devaluación mensual del 1% establecida por el gobierno de Milei. El fórceps no aguantó las fuerzas de las circunstancias: ni de las exportaciones del “campo”; ni del mercado financiero internacional; ni del blanqueo; ni del SWAP con China; ni de los ahorros en dólares de una parte de la sociedad; ni de ninguna otra fuente imaginable salieron los dólares para salvarle el mal momento a Milei. Salieron del FMI. Todo un palo.
La salida del dólar barato “casi” fijo (devaluación del 1% establecida por el gobierno) al de las bandas podría haber sido caótico si el FMI, Banco Mundial, etc. no largaba los dólares. Contra cualquier pronóstico hecho a priori, el repliegue del dólar fijo, por el momento, está siendo ordenado.
Es tan demencial lo de estos tipos como Milei o Trump que uno empieza a pensar que son capaces de cualquier cosa. Por suerte no lo logran. Pareciera que MIlei no sólo se propuso, sino que creyó que podía torcerle el brazo al FMI vía su amigote Trump para que le habilitaran el préstamo sin devaluar y sin abrir el cepo.
Al límite de la situación, de repente se alinearon los planetas del universo liberal siglo xxi y a Milei le tiraron el salvavida: más de 40 mil millones de dólares. La misma cantidad que a Macri y de los cuales más de 20 mil millones son de libre disponibilidad, cosa que Macri también hizo pero implicó incumplir el acuerdo con el organismo ya que eran fondos para aumentar las reservas y no para dárselos para pagar las consecuencia de la “bicicleta financiera” también conocido como “carry trade”.
Las acciones del gobierno son interpretadas en el sentido de esperar a los buenos resultados electorales de las legislativas de octubre –según el gobierno- para empezar a salir del esquema del dólar barato vía devaluación, que tiene límites muy bien conocidos para quienes miran haca atrás en nuestra propia historia. Otra posibilidad es que, al igual que durante la convertibilidad menemista, el gobierno pretenda un dólar barato, pero no impuesto por una ley, sino convalidado por “el mercado” y en el mercado de compra-venta de divisas por la abundancia proveniente del aumento de las exportaciones del (cada vez más variado) sector energético. Hay analistas que predicen que pueden llegar a igualar o superar el sector agropecuario.
Pareciera que el proyecto político del sector del capital internacional que apoya a Milei se sostiene con un doler barato. Mileiya se definió al respecto: dijo que el precio del dólar irá hacia el piso de la banda y que sólo intervendrá en el mercado cambiario si traspasa ese límite. El resto de sus hermanos de clase y demás mortales, a llorar a la iglesia.
El dólar barato encastra con el proyecto de Trump para la región porque favorece las importaciones (aumentaron un 85 por ciento) y pareciera que EEUU está decidido a recuperar este mercado para las futuras mercancías que va a generar el nuevo proteccionismo yankee.
Este período de fragilidad política entre el discurso del presidente en Davos hasta el rechazo del decreto que designa a Lijo y Mansilla (y entre medio toda una seguidilla de daños al gobierno auto-inflingidos por Milei) alienta al vasto y atomizado espectro opositor a creer que este gobierno no puede durar mucho más y que se cae en las urnas o por la movilización popular que aún no alcanza (y que no sabemos si va a alcanzar: García Linera dixit: “hay que abandonar la ilusión de que la gente no va a aguantar”; discútanlo con él, tiene más herramientas que mi pura intuición).
Milei tiene 3 grandes apoyos: 1º primerísimo: el de los sectores más poderosos de la burguesía estadounidense y local; 2º su electorado (compuesto por su núcleo duro; por ex votantes macristas y por los desencantados de la política que se creyeron el cuento de la casta); 3º y un sector del sistema de partidos presente en el Congreso nacional que por motivos varios termina dándole gobernabilidad aún a los peores proyectos de país.
Una parte minoritaria de éste, quitó su apoyo parlamentario en las últimas votaciones a cuestiones claves para el gobierno nacional. El apoyo social al gobierno pareciera disminuir por debajo del 50 por ciento, según encuestas publicados por los medios de comunicación en todo su espectro político.
Pero la gran base de sustentación del gobierno es el poder económico detrás del trono: a excepción de los sectores mercadointernistas locales, el resto del capital lo apoya en mayor o menor medida (por ej. el sector agroexportador rechaza el dólar barato, pero eso no implica un rechazo general al gobierno, igual sucede con los grandes industriales que tienen potencial para exportar para reencauzar la caída del consumo en el mercado interno).
Este apoyo del poder económico y con el apoyo minoritario de su núcleo duro y de un sector del sistema partidario que le banque alguna locura en su conflicto con el poder legislativo si no le resultan bien las elecciones legislativas de octubre (Vertistky escribía la otra vez que salvo De la Rúa ningún gobierno perdió la elección legislativa siguiente a asumir, todo un dato), es decir, su propia “minoría intensa”, podría alcanzarle para sostenerse aun en una situación de bastante fragilidad. No está demás decir que este gobierno cruza la línea roja de la inconstitucionalidad, aunque en un nivel aún “tolerable” social y políticamente hablando. Y que aún puede ir más allá según los apoyos que tenga, sobre todo si proviene del poder económico.
Por el momento, pareciera que el muerto goza de buena salud. Y no me refiero sólo al gobierno, sino también a la “oposición” en general. Muchxs tienen expectativas de que a este gobierno le vaya mal y se caiga solo, pero quizás lo que no tengan en cuenta estos sectores es que enfrente de MIlei está “la pared”: no hay un proyecto político en términos prácticos que se le oponga (más allá de las fórmulas ideales repetidas) ni, mucho menos, un bloque político, económico, social y cultural unido que puedan bajarlo a la realidad y achicar así ese abismo entre un ideal y la práctica.
El desconcierto es grande. Y aunque este espejismo pasará, por el momento entre medio está el abismo. También nuestra voluntad.
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