• Nos llaman a votar, pero quizá sea hora de participar en otra instancia

Fecha de Publicación: 05-10-2025

Por Marta Suarez-FSN-Rosario

En octubre votamos una vez más. En octubre se cumplen, 42 años de aquella vez que sistema convoca a las urnas a una sociedad que ya había tenido suficiente de sufrimiento con la dictadura sangrienta que desde 1976 estaba en el gobierno y allí acudimos.

En 1983 nos volvimos demócratas dice Castillo. Y parece que es cierto. Nos volvimos demócratas, en un principio, porque la paliza fue grande, nos costó salir del desconcierto y el ir a las urnas nos garantizaba un respiro entre tanta muerte y sufrimiento. Además, nos llamaban diciendo que con la democracia llegaría la educación, la salud, algo de bienestar y un poquito de justicia. Y aceptamos claro. Era indispensable aceptar para tomar fuerzas, respirar profundo, acomodarse y mirar el horizonte.

Y lo hicimos. Participamos en las elecciones y en construcciones partidarias y frentistas para contribuir a fortalecer la democracia. Y allí nos quedamos. En el posibilismo que planteaba Alfonsín en aquellos 80s que prometían ser sanadores y organizar vaya a saber cuántas primaveras. Nos quedamos en esta democracia, aunque no se comiera tan bien, aunque curarse era a medias y la educación dejara tanto por desear. Nos quedamos como si no hubiera otra opción, como si la verdad sin cuestionamientos fuera esta democracia o dictadura.

Nos quedamos en esta democracia por 4 décadas a pesar de malarias, de mucha corrupción, de préstamos millonarios que terminamos pagando nosotros, aunque se la llevaron ellos, de represión y despidos, de alguna bonanza económica y lavado de ideologías que nos volvieron tan individualistas que nos convirtieron en islas. Atacaron férreamente aquella cultura solidaria con que transitamos -aún en las peores condiciones- aquellos 70s, y en términos colectivos lo consiguieron. Desde aquel posibilismo la derecha, la reacción, se ha vestido de democrática, apropiándose de banderas y vocabulario de las izquierdas que poblaban el mundo.

Nos quedamos en esta democracia y no supimos (¿no quisimos?) frenar ese avance de la derecha muchas veces disfrazada. No opusimos resistencia (o no la suficiente) cuando los planes sociales (desde aquella caja PAN) eran una realidad (¿un derecho?) y no una ayuda para un momento especial y sin laburo. Dejamos que los contratos y monotributos reemplazaran al laburo y se desfinancian obras sociales y cajas de jubilaciones. Consentimos que se partiera el movimiento obrero sin asambleas y sin democracia de ningún tipo. Los clubes de barrio se empobrecen y se multiplican los comedores comunitarios.

Y finalmente, dejamos de pensar que otro sistema era posible. Que, aunque nos repitan que las organizaciones de trabajadores y sociales solo pueden aspirar a conseguir mejoras circunstanciales, sectoriales, puntuales, tal vez no estaría mal disputar el poder.

Este octubre nos llaman otra vez a votar, al ejercicio del único acto con el que nos permiten participar. Tal vez para comenzar de otra manera, sería bueno conocer los planes de quienes se postulan. Preguntarles, Qué harán. Cómo lo harán. Con qué recursos. Para beneficiar a quienes. Para saber, porque solo con información el voto se parecerá lejanamente a una elección.

Nos llaman a votar, pero quizá sea hora de participar en otra instancia. Participar en el centro de estudiantes, en el gremio, en la biblioteca popular, en la vecinal. Participar y juntarnos con iguales, reconocerse hermanados en la lucha, organizar el nosotros para dejar de ser islas.

Como decía Soriano, “… ante lo complejo de la tarea, hay quienes piensan, aunque no lo confiesen, que la mejor salvación es la salvación personal. La verdadera salvación está en la audacia intelectual, en la locura creadora. En la utopía, que mantiene viva la esperanza de que un día seamos mejores.”

Vamos, que ahora es cuando.