• El salario en la era Milei: exclusión por desposesión.

    El salario no solo perdió valor. Perdió cuerpo, perdió inclusión. Se volvió un espectro.

Por Enrique Aurelli-Colaboracion

Hay números que no solo hablan: gritan. Sobre todo, cuando vez billetes con muchos ceros que desaparecen de tu bolsillo cuando vas al almacén. Si uno los escucha, esos gritos, se convierten en relatos desgarradores que transforman la vida de millones de personas como vos y como yo PPP - pero para peor-.

Si partimos de una mirada comprometida con una comunicación que sirva al pueblo y no a una elite tecnocrática o académica, deberíamos replantearnos como comunicamos. Quiero hablarles de un tipo de notas como esta de striptease del poder, y aclaro, podría ser cualquiera de este estilo.

¿A quién escribe realmente este tipo de notas? Cuando un texto periodístico de investigación no es didáctico, no contextualiza sus conceptos ni traduce los indicadores en ejemplos comprensibles para la vida cotidiana, no está escrito para el pueblo, aunque diga que lo está. Es, solo, una forma de escritura alienada por la propia formación del autor, anclada en una lógica tecnocrática que reproduce el lenguaje de los organismos, institutos, think tanks o universidades de donde aprendieron a escribir “informes” que solo le sirve al poder.

Esto no siempre es una maniobra consciente, pero sí forma parte de una cultura elitista del saber, donde el estilo, el vocabulario y la estructura están más pensados para el "círculo rojo" (otros periodistas, académicos o técnicos) que para un lector popular que necesita saber.

Este tipo de escritura reproduce el mismo poder que dice denunciar.  Es una paradoja que merece ser desenmascarada. Si el periodismo de investigación no rompe con el lenguaje del poder, aunque lo critique, sigue hablando su idioma. Y si el pueblo no puede apropiarse del contenido porque no lo entiende, el mensaje está fallando en su objetivo de empoderar.

Hay una forma sutil (y peligrosa) en la que cierta izquierda, progresismo, peronismo, termina siendo funcional al sistema que critica, porque habla de "la gente", pero No le habla a la gente, la gente del pueblo.

El texto debería anclar en realidades cotidianas, precios básicos y comparaciones comprensibles. Esa es una de las claves de una comunicación popular transformadora. Un informe puede decir que el salario cayó “un 30% real”, pero ¿qué significa eso para alguien que va al almacén, compra pan o carga nafta?

Anclar el poder de compra en referencias claras y tangibles (litros de leche, bolsas de cemento, carillas de hierro, etc.) es fundamental. Es una forma de traducir la economía al idioma de la vida cotidiana. También lo es mostrar equivalencias con productos en otras monedas (como el dólar, yuan, rublo), siempre que se use con un propósito pedagógico, no como forma de reforzar el colonialismo monetario.

Escribir con tecnicismos es otra maniobra de exclusión que USA el poder real. Sí, aunque no siempre sea intencional. El lenguaje técnico actúa muchas veces como barrera de acceso al conocimiento, igual que las fórmulas jurídicas o académicas. Incluso muchos periodistas creen que la “rigurosidad” está en sonar complicados, cuando en realidad la verdadera rigurosidad está en explicar con claridad y precisión lo complejo sin ocultarlo.

Si el pueblo no puede comprender ni re apropiarse de una investigación que denuncia su empobrecimiento, entonces la denuncia queda encerrada en una cápsula de impotencia estética. (Paja vio)

La transformación no es solo lo que se dice, sino cómo se dice y a quién se le habla. La forma de comunicar también es parte de la disputa contra el poder real y no tiene que ver con los modos.

La comunicación verdaderamente popular tiene que explicar con ejemplos cotidianos, hacer visibles los indicadores sin tecnicismos, conectar los datos con experiencias concretas,  no suponer que el lector ya sabe, evitar el goce narcisista (paja) del que “sabe más”.

En la Argentina ultra neoliberal del 2025, bajo la presidencia de Javier Milei, los salarios han sido arrasados por una marea de ajuste, recortes, elusiones, engaños y complicidades que pocos entienden del todo cuando la leen o escuchan a otro periodista leer por radio, pero. eso si, todos sienten en el estómago. ¡Literalmente! como dicen los pibes ahora.

La frase "salario mínimo vital y móvil" suena técnica, lejana. Pero para cientos de miles de argentinos, es la frontera entre comer o no. En junio de 2025, ese salario se ubica en $313.400 mensuales. Parece una cifra importante hasta que se la compara con la Canasta Básica Total, -lo que dice un organismo público que necesitamos para vivir-. 

Todos sabemos que ese número, si vivís en una vivienda alquilada, que si pagas expensas, que si viajas desde el conurbano de cualquier ciudad a su capital a trabajar, esa guita no alcanza, En abril de este año alcanzó $1.110.063,43. -suponiendo que fuera el numero necesario para sustentar la vida de una familia tipo-, la cuenta es sencilla: con ese ingreso, se cubre apenas el 28% de lo “necesario” para no caer bajo la línea de pobreza. El resto, se lo lleva el humo de la motosierra.

Desde que entraron estas bestias al gobierno, los salarios han experimentado una disminución significativa. Por ejemplo, un trabajador que ganaba $100 en 2001, hoy percibe aproximadamente $34, lo que representa una pérdida del 66% en su poder adquisitivo. Esta caída afecta tanto al sector público como al privado, y se pone más fulera por la manipulación de indicadores económicos oficiales.

Vos te preguntás y ¿cuánto rinde hoy tu sueldo? Para entender esta caída brutal, pongamos los números en la calle, entre changuitos de supermercado, tanques de nafta y bolsas de cemento. Veinte años atrás en plena crisis, con un salario mínimo se podían comprar:

•             100 litros de leche.

•             20 bolsas de cemento de 50 kg.

•             80 kg de pan.

•             70 litros de nafta súper.

Hoy, con ese mismo salario:

•             Solo alcanza para 34 litros de leche.

•             Apenas 7 bolsas de cemento.

•             27 kg de pan.

•             Y unos magros 23 litros de nafta.

El salario no solo perdió valor. Perdió cuerpo, perdió inclusión. Se volvió un espectro.

Convertido a dólares del país de Milei, al tipo de cambio libre como lo llama el presidente ó Ilegal como nos gusta llamarlo a nosotros ($1.195 por dólar), el salario mínimo argentino representa apenas USD 262 mensuales. En el ranking regional y mundial, esta cifra es baja incluso comparada con países con economías más pequeñas. Y teniendo en cuenta que veníamos de un 2015 con el salario más alto en dólares de Suramérica, superaba los U$S 1000. Mientras tanto, Milei insiste en discursos sobre "eficiencia" y "achicamiento del Estado", a la vez que crecen sus gastos en sueldos, pauta publicitaria, viáticos, viajes al exterior y los trabajadores y jubilados achican sus porciones, o solo la ven desde el lado de afuera de la vidriera.

La desposesión es más profunda en sectores como el empleo público, donde los salarios han caído un 66% respecto al valor que tenían en la convertibilidad. Los empleados públicos hoy ganan un 59% menos que durante la presidencia los Kirchner, un 45% menos que con Macri = Hambre, y un 33% menos que con la dilución Fernández. Esta tendencia se repite y profundiza en jubilaciones y en los salarios no registrados, los millones de compatriotas que trabajan sin derechos, en “negro”. Donde antes había una olla modesta que sanaba el ruido de la panza, hoy hay un plato vacío.

¿Qué podías comprar antes y qué podés comprar ahora? Para ilustrar la pérdida de poder adquisitivo, comparemos la cantidad de productos básicos que se podían adquirir con el salario mínimo en 2001 y en 2025:

•             Litros de leche:

◦              2001: 100 litros.

◦              2025: 34 litros.

•             Bolsas de cemento de 50 kg:

◦              2001: 20 bolsas.

◦              2025: 7 bolsas.

•             Kg de pan:

◦              2001: 80 kg.

◦              2025: 27 kg.

•             Litros de nafta súper:

◦              2001: 70 litros.

◦              2025: 23 litros.

Estos ejemplos muestran cómo el salario mínimo ha perdido capacidad de compra en términos reales, afectando directamente el bienestar de las familias trabajadoras.

Un dato brutal: un empleado estatal que durante la crisis en 2001 podía comprar 80 kg de pan, hoy solo puede acceder a 27. ¿Cómo no leer eso como un testimonio de la desposesión por exclusión, del empobrecimiento programado?

Carne y verduras: alimentos de lujo

El artículo original menciona, con datos duros, algo que cualquiera que trabaja para su familia en la casa ya sabe: comer carne o verduras frescas es hoy un lujo. Durante la pandemia, y más aún con el acuerdo polémico y más toma de deuda con el FMI y otros organismos más la bicicleta financiera, el poder adquisitivo para comprar verduras cayó entre un 45% y un 54%. La carne, otro símbolo nacional, se aleja cada vez más de las mesas del pueblo argentino.

Un trabajador que en 2015 podía comprar 10 kilos de carne con su salario básico, hoy apenas accede a cinco. La proteína se ha vuelto artículo de elite.

un resumen del valor promedio del kilogramo de carne vacuna en Buenos Aires al 1 de diciembre de cada año solicitado, basado en datos oficiales y reportes disponibles:

Diciembre 2015: El precio promedio de la carne vacuna para el consumidor estaba aproximadamente en $87,60 por kg (valor del asado como referencia general).

Diciembre 2016:  los precios siguieron una tendencia de aumento respecto a 2015, con incrementos del 20-30% anual en promedio general.

Diciembre 2017: Según informes del IPCVA, los precios promedio de la carne vacuna continuaron subiendo, ubicándose alrededor de $114 por kg para cortes generales.

Diciembre 2018: Se mantuvo la tendencia alcista, con precios promedio en carnicerías en torno a $150-$200 por kg, según estimaciones de informes sectoriales.

Diciembre 2019: El precio promedio del asado era aproximadamente $290 por kg, lo que representa un aumento nominal del 230% respecto a 2015, aunque en términos reales (ajustados por inflación) el precio cayó un 15,8%

Diciembre 2020: Los precios siguieron aumentando con valores promedio en torno a $400-$500 por kg.

Diciembre 2021: El precio promedio de la carne vacuna superó los $600 por kg, con incrementos reales significativos.

Diciembre 2022: Se estiman precios promedio en carnicerías de Buenos Aires superiores a $800 por kg, con aumentos mensuales constantes y variaciones según el corte.

Diciembre 2023: Según reportes recientes, el precio promedio de la carne vacuna en carnicerías rondaba los $3.000 por kg, reflejando el desastre inducido del actual gobierno.

Diciembre 2024: El precio promedio en carnicerías de Buenos Aires se disparo alrededor de $10.000 a $11.000 por kg, con variaciones según cortes y canales de comercialización.

Junio 2025: En los primeros meses de 2025, el precio promedio de la carne vacuna en carnicerías de Buenos Aires varia en torno a $11.000 a $19.000 por kg, con incrementos mensuales del 4-5% y diferencias según el canal (carnicerías vs supermercados)

El precio promedio del kg de carne vacuna en Buenos Aires desde 2015, pasaron de menos de $99 por kg en 2015 a superar los $11/19 mil por kg en 2024 y 2025, reflejando la inflación y la dinámica que impone un grupo de canivales que manejan el mercado, mercado que debiera ser manejado por el estado, el Estado Popular.

Pérdidas acumuladas: el tiempo robado

El dato final es contundente: en los últimos 54 meses, distintos sectores han perdido entre 11 y 16 meses de poder adquisitivo solo en alimentos. Es decir, un trabajador perdió el equivalente a más de un año de comida. Lo que se perdió no es solo salario. Es vida. Es tiempo que trabajaste gratis.

Traducir la economía para recuperar la política. Lo que no se entiende, no se defiende. La nota original de Striptease del Poder, si bien rigurosa y sustentada en datos públicos, peca de hablar solo al que ya sabe. No es casual. La economía argentina se ha vuelto un lenguaje cifrado, una jerga técnica que reproduce el mismo mecanismo de exclusión del poder real que dice denunciar.

Es hora de traducir esa jerga, de anclar cada concepto a la vida cotidiana. ¿Cuánto pan? ¿Cuántos litros de nafta? ¿Cuántos medicamentos? ¿Cuántos días de comida perdió el pueblo? Esa es la verdadera unidad de medida, que. sea tocable.

Mientras el poder real se escuda en tecnicismos, o en informes complejos para conseguir un conchabo, el pueblo necesita palabras que iluminen, no que oscurezcan. Porque si algo no se puede explicar en términos de la vida, entonces no se está diciendo nada.

Y si no se dice nada, el silencio siempre lo llenará el ajuste.

Y si no se levanta la voz y se deja testimonio, nos convertimos en cómplices de los que decimos combatir.

Fuentes consultadas

1.            Artículo original - Striptease del Poder

“Los salarios en la era Milei son los más bajos en 20 años: hasta 66% menos, ayudado por un IPC perreado”

https://stripteasedelpoder.com/2025/06/los-salarios-en-la-era-milei-son-los-mas-bajo-en-20-anos-hasta-66-menos-ayudado-por-un-ipc-perreado/

2.            INDEC – Canasta Básica Total (CBT) abril 2025

https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ingresos_05_251F321EF25F.pdf (enlace representativo)

3.            Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social – Salario Mínimo Vital y Móvil

https://www.argentina.gob.ar/trabajo/salario-minimo

4.            INDEC – Informes de salarios y empleo público

https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel3-Tema-4-31

5.            Dólar Blue promedio junio 2025 (fuente de tipo de cambio ilegal)

https://www.cronista.com/MercadosOnline/dolar.html

6.            CEPA – Centro de Economía Política Argentina

Informes sobre poder adquisitivo y consumo de alimentos

https://centrocepa.org