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La mentira de la renovación.
Por Armando Benitez-FSN-Chaco
Desde hace varias décadas, pero en forma más notoria desde el 2001 la democracia argentina sufre una grave falta de representatividad social.
La sociedad argentina, como toda sociedad capitalista, es una sociedad policlasista, dividida en tres grandes sectores y estos a su vez en una cantidad numerosa de subgrupos. Para ser gráficos una minoría rica, una numerosa clase media y una también numerosa clase trabajadora.
A esta falta de representatividad la ideología dominante la disfraza hablando de casta, de que los políticos son siempre los mismos, de que todos son unos viejos que se enriquecieron con la política y que lo que hace falta son caras nuevas, nuevas ideas, ideas progresistas, de transparencia, de libertad.
En el año 1973 a las elecciones arrancadas a la Dictadura militar de Lanusse se presentaron una gran cantidad de partidos políticos y algunas alianzas. En esa época existían el PJ, la UCR, el Partido Intransigente, la Democracia Cristiana, el Demócrata Progresista, el Socialista Argentino, el Socialista Popular, le MID, el Partido Conservador, Nueva Fuerza, la UCEDE, el Partido Comunista, el FIP, el PST era ilegal. A esos partidos nacionales habría que sumarle los partidos provinciales como el Liberal y el Autonomista de Corrientes, el Movimiento Popular Neuquino de la familia Sapag, el Bloquista de San Juan.
En varias de las alianzas había representantes sindicales, de la clase media, y en los partidos o alianzas de derecha representantes de la oligarquía como los Romero Feris o Leconte de Corrientes, o de los militares como Manrique que fue ministro de desarrollo social de la Dictadura o el Brigadier Ezequiel Martínez.
Ha transcurrido un poco más de medio siglo y una gran mayoría de partidos que representaban sustancialmente a la clase media han desaparecido, han surgido otros, pero con mucha menos envergadura de aquellos. El legendario partido Socialista ha cambiado y hoy existe por participar en alianzas. Lo mismo ha ocurrido con el PC en muchas provincias.
La presencia de representantes de los trabajadores es relativa en las alianzas que encabeza el PJ y es más notoria en los denominados partidos trotskistas con existencia en CABA y Provincia de Bs. As. Que han logrado meter en la cámara de Diputados de la Nación a 5 representantes.
No son sólo caras nuevas las que se necesitan, hacen falta representaciones genuinas de los sectores sociales. De hecho, algunos diputados trabajadores son en realidad representantes de subsectores de la clase media, los bancarios, judiciales, docentes. Hay dos casos en que provienen de sectores trabajadores muy humildes, una es cartonera y el otro recolector municipal de residuos, de los peores pagos en las economías provinciales.
Pero en el Congreso los diputados por lo general se manejan disciplinadamente con sus bloques partidarios, aunque la actual política gubernamental ha puesto a la luz que muchos son verdaderos mercenarios de la politiquería.
¿En el caso de la disciplina de bloque, qué intereses representan esos bloques cuando votan por el préstamo del FMI? ¿O la Ley Bases? ¡Esa es la cuestión! Pueden ser caras viejas o caras nuevas lo fundamental radica en que no representen los intereses genuinos, de sus sectores sociales, de sus pueblos, hoy esto está a la vista y en los resultados.
¿Qué intereses representan cuando se hacen los desentendidos ante la entrega de la soberanía nacional por parte de este gobierno? ¿Y si les faltan números para aprobar un juicio político o el rechazo a un DNU, siendo dirigentes políticos porque no convocan al pueblo a movilizarse para dar fuerza a sus proyectos?
En el país se están haciendo reformas constitucionales funcionales al imperialismo, para permitir la entrega de la soberanía como la de Jujuy durante la gobernación de Morales o la que se intenta en Santa Fe con Pullaro y vaya uno a saber cuántas más se están tramando. ¡Y lo peor es que la mayoría de esos pueblos no saben nada sobre las reformas!
Las políticas nacionales y casi todas de las provinciales atentan contra la clase media y los trabajadores. Hay ejemplos muy sencillos, si en un pueblo pequeño cierra su principal fuente de trabajo, ¿una fábrica textil o una de zapatillas producto de la apertura de las importaciones quiénes pierden? Los trabajadores en forma directa y toda la economía del pueblo.
La inflación perjudica a toda la economía, pero los asalariados son los que más pierden, su poder adquisitivo disminuye y así es como los comerciantes venden menos.
Una fábrica que se instala en un pueblo significa población que se asienta, pero cuando no hay inversiones las poblaciones, sobre todo los jóvenes emigran.
Y a esos jóvenes que llegan a las grandes ciudades en busca de trabajo, ¿quién los representa? Hoy con más del 50% de la economía en negro, ni representación sindical tienen, desconocen que tienen derechos y que estos están establecidos en la Constitución
El cambio que se necesita es la construcción de una democracia representativa, participativa y con revocatoria de mandatos. Hoy vemos que los candidatos ya ni siquiera se molestan en hacer promesas en las campañas electorales que no duran ni un mes.
Falta una reforma constitucional que establezca penas de cárcel para los representantes que infrinjan las constituciones y las leyes, inclusive a sus mandatos políticos.
Desde el FSN deberíamos impulsar estos cambios y estas verdaderas renovaciones.
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