En estos tiempos, por interés generacional de mi edad, y también por mi observación sociológica del comportamiento de la sociedad frente a la vejez, comenzó hacerme mucho ruido escuchar decir a personas mayores frases como “pase abuela”
Por Miky Lugones - FSN Mujeres Soberanistas
En estos tiempos, por interés generacional de mi edad, y también por mi observación sociológica del comportamiento de la sociedad frente a la vejez, comenzó hacerme mucho ruido escuchar decir a personas mayores frases como “pase abuela”, sin tener nieto o nieta, por el solo hecho de ser una adulta mayor, en lugar de un simple buenas tardes señora.
Una mirada condescendiente hacia opiniones por el solo hecho de ser vieja o viejo, “Bueno, qué le podés decir, ya está grande…” y así, se podría escribir variados y múltiples ejemplos.
Y en esto de hacerme ruido, no sé cómo y no hace mucho tiempo me encontré con la palabra “Edadismo”. Existe un modo de llamar a eso que me perturba. Sentí alegría de verme acompañada, y al comentar con mis compañeras de andar por la vida, me enteré que hay muchas iniciativas para combatir el edadismo, desde saber qué es el edadismo hasta variadas acciones para erradicarlo.
Es la discriminación en razón de la edad. Se refiere a la forma de pensar (estereotipos) sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respectos a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad, así define la Organización Mundial de la Salud.
En la esfera pública, y en nuestro país al menos, la cosa se pone mucho más compleja. Cualquier plan económico, y si nos referimos al actual, el costo del desguace del Estado y la entrega de nuestros recursos y bienes comunes, lo pagan las viejas y viejos, y no es cualquier costo, cuando se recortan cuestiones esenciales para una vida digna.
Los miércoles pasaron a ser los días de la marcha de los jubilados, como los jueves de las madres.
De pronto, ellas y ellos enfrentando a esos acorazados vestidos de rambo, enajenados, que usan esas armas de gas pimienta y esas cosas para paralizarlos, sin lograrlo.
Sin embargo, frente a la inhumanidad, ellas y ellos los enfrentan, les hablan, les discuten, seguras de que lo que están haciendo es justo, es digno. Lejos de la imagen de abuelita frágil y vulnerable.
La convicción de lo justo del reclamo los vuelve imponentes. Ejemplo para estos tiempos confusos, el horizonte se vuelve claro y esperanzador.
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