Cuando se sostiene que los discursos feministas defienden la soberanía de los cuerpos, se está haciendo referencia a un concepto central porque aborda la necesidad de autonomía y auto-gobierno corporal, en tanto el patriarcado sigue siendo una estructura social y cultural global.
El concepto de soberanía de los cuerpos, es profundamente político. Por tanto, no es casual que las nuevas derechas adopten posturas opuestas a la soberanía de los cuerpos, especialmente en lo que respecta a temas de derechos reproductivos, identidad de género y orientación sexual.
Este concepto, en el marco de los feminismos es un llamado a reconocer y respetar la autonomía para decidir sobre el propio cuerpo y la propia vida. Se trata de una reivindicación que busca desmontar estructuras de poder que históricamente han regulado y controlado los cuerpos, particularmente en términos de género, sexualidad y reproducción.
En ese sentido, las nuevas derechas latinoamericanas, adoptan posiciones pro-vida, oponiéndose al aborto bajo cualquier circunstancia. Postura que restringe la capacidad de las mujeres y personas gestantes para la toma de decisiones autónomas. De igual modo, promueven políticas que restringen los derechos de las personas trans, no binarias y de la comunidad LGBTQmás, en general.
Se oponen a programas de Educación Sexual Integral en las escuelas, argumentando que estos programas promueven “la ideología de género”, violando el derecho al conocimiento y comprensión que tienen niñes y jóvenes sobre sus cuerpos, afectando así su capacidad para tomar decisiones informadas y seguras sobre su sexualidad. Además de aportar a la perpetuación de la desigualdad de género y favorecer situaciones de vulnerabilidad.
Hay quienes sostienen que hay una contradicción en los discursos de las derechas “libertarias” cuando no reconocen derechos relacionados con la soberanía de los cuerpos en el contexto de género y sexualidad. En realidad, cuando proclaman la defensa de las libertades individuales, están aludiendo a la libertad de mercado. Eufemismo que escamotea el hecho que los “sujetos” a los que se refiere y cuyos intereses defiende, son corporaciones transnacionales.
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